http://www.agrocope.com/gmt/fotos/imagenes/I_MEDIO_AMBIENTE/AGUAS/rio-jucar146.jpg)
“El río de la lengua española”. Así llamó Juan Ramón Jiménez al romancero español. Populares, anónimos, concisos, claros, directos, sin adornos superfluos y pulidos interminablemente a lo largo de los siglos, los romances son también como piedras del río, como cantos rodados.
Desde la descorazonadora queja de un prisionero hasta las luchas entre moros y cristianos, pasando por los episodios bíblicos o las paganas invocaciones a la noche de san Juan, de las aguas del romancero bebieron los mejores poetas de la Edad de Oro, y de ellas han bebido también algunos de los del siglo XX como Machado, Unamuno o Lorca. (J. R. M., EL PAIS, 13-3-05)
(Para leer mas sobre los romances: http://lenguayliteratura.org/ltr/index.php?option=com_content&task=view&id=737&Itemid=1
ROMANCE DEL JÚCAR
Agua verde, verde, verde,
agua encantada del Júcar,
verde del pinar serrano
que casi te vio en la cuna
—bosques de san sebastianes
en la serranía oscura,
que por el costado herido
resinas de oro rezuman—;
verde de corpiños verdes,
ojos verdes, verdes lunas,
de las colmenas, palacios
menores de la dulzura,
y verde —rubor temprano
que te asoma a las espumas—
de soñar, soñar —tan niña—
con mediterráneas nupcias.
Álamos, y cuántos álamos
se suicidan por tu culpa,
rompiendo cristales verdes
de tu verde, verde urna.
Cuenca, toda de plata,
quiere en ti verse desnuda,
y se estira, de puntillas,
sobre sus treinta columnas.
No pienses tanto en tus bodas,
no pienses, agua del Júcar,
que de tan verde te añilas,
te amoratas y te azulas.
No te pintes ya tan pronto
colores que no son tuyas.
Tus labios sabrán a sal,
tus pechos sabrán a azúcar
cuando de tan verde, verde,
¿dónde corpiños y lunas,
pinos, álamos y torres
y sueños del alto Júcar?
Gerardo Diego
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