El Mediterraneo ha sido siempre un espacio de viaje, de ir y venir de conquistadores y comerciantes, de creadores e iluminados, de predicadores y profetas. Este mar es iniciático por el poder del viaje, por la atracción que ejerce en los espíritus inquietos, y este poder ha construído una cultura común cuyos trazos se observan de un extremo al otro, de las riberas de Judea, a las costas catalanas, de Ítaca a Argel.
Adentrarse en el mar es signo de apertura mental, de voluntad de conocer lo oculto, pero ello no es posible sin la sofistificación de la técnica. Una técnica siempre presente en el viaje, del más simple de los avances en navegación a la más sofisticada de las embarcaciones.
Ulises construye en la isla Ogigia y con sus propias manos la balsa que ha de llevarle de vuelta a su patria. El viaje es un esfuerzo por conocer, pero también por volver a los orígenes. El Mediterráneo engulle al que no se ha esforzado en la técnica o el que se ha dejado seducir por la superficialidad de los cantos de sirena.
Desde Ulises a los viajeros románticos, todos se esfuerzan porque el viaje por el mediterráneo sea la búsqueda de la propia identidad, construida por la acumulación de experiencias distintas. Todo atrae, todo ha de formar parte del aprendizaje del vivir, pero al fin uno debe volver a su isla, con el convencimiento de devenir un ser nuevo.
Ulises vive intensamente su viaje, siempre con la mirada puesta en su propio ser, pero al fin vuelve convertido en la suma de todas las culturas mediterráneas.
El mundo contemporáneo ha banalizado el viaje, lo ha convertido simplemente en juego de azar, en consumo inculto, el viajero se ha convertido en turista.
Pero, como un nuevo Ulises construyendo su propia balsa, surgen nuevas tecnologías que le permiten adentrarse de nuevo en la aventura de convertir el viaje cibernético en el crisol de una cultura común. El intercambio de griegos y fenicios, de cristianos y turcos, de pastores y marineros, vuelve a renacer con el ciberespacio convertido en la nueva lingua franca del siglo XXI.
Enric Olivé-Serret Mediterráneo: símbolo, mito y puente.De la Europa difícil a la Europa de los matices.
Cuando salgas para hacer el viaje hacia Itaca has de rogar que sea largo el camino, lleno de aventuras, lleno de conocimiento. Has de rogar que sea largo el camino, que sean muchas las madrugadas que entrarás en un puerto que tus ojos ignoraban que vayas a ciudades a aprender de los que saben. Ten siempre en el corazón la idea de Itaca.
Has de llegar a ella, es tu destino pero no fuerces nada la travesía. Es preferible que dure muchos años que seas viejo cuando fondees en la isla rico de todo lo que habrás ganado haciendo el camino sin esperar a que dé más riquezas Itaca te ha dado el bello viaje sin ella no habrías salido. Y si la encuentras pobre, no es que Itaca te haya engañado. Sabio como muy bien te has hecho sabrás lo que significan las Itacas.
Más lejos, tenéis que ir más lejos de los árboles caídos que os aprisionan. Y cuando los hayáis ganado tened bien presente no deteneros.
Más lejos, siempre id más lejos, más lejos del presente que ahora os encadena. Y cuando estaréis liberados volved a empezar nuevos pasos.
Más lejos, siempre mucho más lejos, más lejos, del mañana que ya se acerca. Y cuando creáis que habéis llegado, sabed encontrar nuevas sendas.
Poema de Kavafis (1863-1933) cantado por LLuis LLach
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