Llevaba siempre una valija azul a todas partes. Cruzaba océanos, naciones, ríos. Cuando a ese viajero se lograba tirar mil redes y penetrar en el fondo de sus ojos añil, solo te encontrabas con tendederos de soledad desteñida. Alguna vez abrió la maleta y se encontró con que tenía por patria la tristeza.
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